Gran cantidad de gente, llena de esperanza, compra libros de autoayuda con la certeza de encontrar allí la solución a muchos o algunos de sus problemas.
Por cada Quijote vendido salen de las librerías cientos de miles de libros sobre cómo hacer amigos o volverse millonario en un abrir y cerrar de ojos.
Los lectores que compran ilusionados dichos artefactos de papel que supuestamente les resuelven problemas (no necesariamente un vicio es un problema y, a su vez, muchos vicios los resuelven) suelen reconocer que dichos textos resultaron ser un fiasco.
Una vez leído el 'manual de ayuda', y conscientes de haber botado la plata, a nadie se le ocurre ir a la librería y exigir la devolución del dinero por falta de resultados.
Soy profundamente prevenido frente a cualquier libro u oferta que pretenda hacer fácil lo evidentemente difícil.
Como por ejemplo las pirámides. Y quienes cayeron en ellas, merecido lo tienen.
Soy por naturaleza escéptico. No creo en mesías, en salvadores, en redentores ni en religiones ni en soluciones fáciles. No creo en abogados, ni economistas, ni en la vida más allá de la muerte.
Quienes fumamos somos conscientes del daño que produce el cigarrillo: el cáncer, la pierna amputada, etc., pero eso no es suficiente para dejar el vicio, como tampoco lo son la halitosis, ni los dientes amarillos, ni la tos matutina, la vespertina o la nocturna.
Es fácil dejar de fumar tras haber padecido una neumonía, pero volver a fumar es facilísimo.
Hay fumadores, como yo, que no quieren dejar de hacerlo.
También hay quienes rezan por acabar con el vicio.
Pues bien, hace unos meses supe que un conocido (pielrojero de tres paquetes) dejó de fumar tras haber leído un libro.
Luego supe de dos casos más debidos al bendito libro. Vaya, vaya, así que un libro puede hacer milagros.
Lleno de curiosidad y escepticismo, conseguí un ejemplar.
Iba por el tercer capítulo cuando decidí dejarlo (el libro), pues no quería dejar de fumar y todo apuntaba a que lo iba a hacer de continuar leyéndolo.
El autor, Allen Carr, un ex fumador de 80 cigarrillos diarios, le pide al lector que por favor no deje de fumar hasta llegar a la última página.
Además, casi no se mete con los asuntos de la salud; está en contra de los sucedáneos y no comparte la fuerza de voluntad como herramienta legítima para dejar de fumar.
Es fácil hacer cualquier cosa si se sabe cómo. Una frase perfectamente elemental, por no decir superficial y casi tautológica.
Pues bien, la curiosidad me llevó a continuar la lectura del libro con el ánimo de demostrar que en mi caso no funcionaría.
El libro se llama Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo.
Dejé de hacerlo hace tres meses, poco antes de llegar a la última página.
Mauricio Pombo
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