Cuando el Gobierno anunció que el nuevo Director del Departamento Nacional de Planeación era un tal Esteban Piedrahíta, muchos economistas se preguntaron quién carajos era él: no había pasado por la universidad de los Andes, tampoco por Fedesarrollo y menos por algún cargo técnico en el Banco de la República.
Pocos sabían que la hoja de vida de este hombre estaba escrita para algo más grande que Colombia: Egresado de la Universidad de Harvard, con altos honores y con maestría en filosofía e historia del London School of Economics and Political Science, Pidrahíta viene del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde se desempeñaba como especialista senior; además, pasó por Salomon Brothers.
También le criticaban su poco conocimiento del país y dudaban de sus capacidades para manejar la crisis actual de la economía, pues su contacto como profesional con Colombia se limitaba a la revista Semana como redactor y editor de Economía, y posteriormente, como hombre de confianza de Luis Alberto Moreno, hoy presidente del BID, en la Embajada de Colombia en Washington. A Moreno lo conocía desde Harvard. Sin embargo, como dice un economista que ha trabajado con él en varias oportunidades, "Esteban tiene más mundo que todos los que lo critican juntos". Y eso es lo que importa.
Es un apasionado por viajar, por aprender sobre otras culturas y está fascinado con Asia. Después de trabajar en Semana, se fue para Miami con el entonces director de la revista, Isaac Lee, en empresas como Puntocom y posteriormente la revista Poder.
Como presidente de la compañía, conoció la burbuja de los negocios en Internet y entendió, también, que al frente del negocio se necesitaba un gran vendedor y él no lo es.
Decidió entonces "mochiliar". Estuvo en Asia: conoció Hong Kong, Birmania, Vietnam, India...y mientras recorría estos países, tramitaba sus papeles para estudiar en Europa. Presentó el Toefl en Kuala Lumpur y escribió su ensayo en un café Internet en Bombay. Luego de seis meses, en los que aprendió que es posible viajar con poco presupuesto y se dio el gusto de estar consigo mismo, de aprender a pasar un día en silencio y de reflexionar, llegó a Londres a estudiar. Años después estuvo en África.
Todos estos viajes fueron también la oportunidad para elaborar un duelo que todavía hoy se pregunta si ha concluido. El 20 de diciembre 1995, el Boeing 757 de American Airlines se estrelló contra el cerro San José de Buga. Allí viajaba su hermano Gabriel, quien estudiaba en Harvard y regresaba a Cali a pasar Navidad con su familia. Esteban trabajaba en Nueva York e iba a viajar en ese mismo avión que partió de Miami, pero asuntos de trabajo lo trajeron horas antes al país. Gabriel murió. Su madre, Claudia Uribe, escribió alguna vez que la vida le había devuelto a su hijo mayor, Esteban. Con la plata que recibieron de la aerolínea como indemnización ( una falla humana fue la causa de la tragedia), la familia Piedrahíta Uribe creó la Fundación Gabriel Piedrahíta, en Cali, con el fin de trabajar por la educación, tema que fascinaba al fallecido. Esteban admira profundamente el duelo que han librado sus padres.
La educación también corre por otros lados de la familia. Francisco Piedrahíta Plata, el padre, es rector del Icesi, en Cali, cargo que ocupa después de trabajar como ejecutivo en Carvajal. A Esteban le gusta la vida de su padre, es independiente, libre y permanece joven por el contacto con los estudiantes. En cambio, no le gusta la política, dice que su hermano menor, Vicente, sería una mejor opción, aunque el conductor en Planeación le contó que eso dicen todos cuando llegan al cargo, pero que muchos terminan de cabeza en el tema. Si fuera por su trato con la gente, tal vez a Esteban no le iría mal. Para conocer de primera mano un programa social del Gobierno, visitó varios barrios de Soacha. Le regalaron una camiseta y no tuvo inconveniente en cambiarla por su camisa azul clara. Ese día no usó corbata, llevaba puesto un pantalón caqui con un saco azul oscuro. Les habló a los habitantes de Soacha con naturalidad, con espontaneidad y respeto, no posó de importante; tampoco cree que lo sea. Anotó en un papel los datos de una mujer que dice estar sin empleo. Ella no sabía quién era él y muy seguramente no entiende nada de esto de Planeación Nacional. Esteban sólo escribió, no prometió, no dijo nada.
Muy probablemente su paso por el sector público no sea muy largo. Alguien que ha trabajado con él en Washington sostiene que le falta malicia. A él le agrada aproximarse a los otros con buena fe, dice que siempre le ha funcionado. Se visualiza de regreso a Cali, su ciudad natal, a trabajar por algo que en estos momentos le ronda la cabeza: la inversión social privada. Cree que es necesario que todos le aporten al país. Es un economista práctico, que considera fundamental contribiur sin soñar lo imposible.
Le gusta la buena vida, se define como burgués y sibarita, no esconde su procedencia de una familia respetada y acomodada de Cali, ex alumno del Colegio Bolívar donde estudian niños de clase alta. Una de sus pasiones es el vino, sabe del tema y es un buen catador. También sabe de cerveza.
Se ha permitido preguntarse dónde puede estar la felicidad o el sentido de la vida, tal vez porque tiene un abuelo materno que se ha imaginado cómo hubiera sido su vida de paleontólogo en África, que además, publicó su primer libro a los 85 años y hoy tiene 94.
Esteban también tiene grandes preguntas intelectuales, le apasionan Darwin y la evolución, temas que siguió durante sus estudios en Boston y en Londres. Su tesis en London School se tituló: "Los orígenes biológicos de la ética". No es creyente y cuenta haber leído bastante sobre el asunto.
Quienes lo conocen lo definen como un hombre culto, muy culto y riguroso. Con una inteligencia que, para algunos, es superior al promedio, "inteligentísimo, brillante", dicen, y un gran trabajador en equipo. De hecho, varias personas de Planeación Nacional perciben a su jefe como un hombre con quien se puede dialogar, de buen trato, que respeta las opiniones de los demás. Como explica una mujer que lo conoce en el trabajo, "él es generoso, deja que la gente brille por sí misma".
La pregunta es, entonces, ¿qué hace un hombre como él en Planeación Nacional? Muchos le dijeron después de saber que el presidente Uribe le había hecho la propuesta, que era una gran oportunidad para él, para hacer y aprender, y así se ha aproximado a su nuevo cargo, tal como les pregunta de todo a las familias en Soacha, con disposición para conocer y aportar.
Amigos de Esteban consideran que es un hombre de mundo y él parece confirmarlo cuando explica que en Colombia somos muy "ombliguistas" y que es necesario tener una mirada más internacional, e insiste en Asia, en hacer de Cali una gran ciudad que mire hacia el Pacífico. Y también vuelve sobre la política de inversión social privada, un tema del que no cesa de hablar, al que le da vueltas y analiza. Ya ha hecho pública además, su posición de pensar en la poscrisis, en cómo hacer crecer la economía en ese momento.
No lo han intimidado los Consejos de Ministros ni reuniones similares, después de todo, no tienen por qué intimidarlo: el mundo es grande para él y está fuera del lugar donde se cree que para tener un alto cargo en el Gobierno, cuando de economía se trata, es necesario ser un técnico respetado en un pequeño círculo intelectual.
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